sábado, 13 de junio de 2009

CÓMO DETECTAR LA FATIGA CRÓNICA

Miércoles 3 de setiembre de 2003



Información General
SALUD

Afecta a 100 mil argentinos. Antes, los médícos tardaban más de 10 años en determinarlo. Hoy, el diagnóstico es más precoz.

POR VICTORIA COCCA Y ESQUIVEL *
Puede comenzar de joven, con problemas de memoria en el colegio. Continuar con dolores musculares persistentes en todo el cuerpo y una fatiga que no cede con el reposo y empeora ante la más mínima actividad física. La encefalomielitis miálgica, más conocida como síndrome de fatiga crónica, es una extraña dolencia, invisible, que afecta a unos 100 mil argentinos. Y una gran incógnita para los médicos, que aún desconocen sus causas y la forma de erradicarla definitivamente.

Este conjunto de síntomas es clínicamente reconocible. Pero aunque se encuentra en los libros de medicina de grado y posgrado, muchas veces los pacientes tardan más de 10 años en ser diagnosticados, en general por descarte de otras enfermedades.

"Los pacientes llegan agotados a la consulta luego de haber recorrido muchos consultorios y varios médicos", señala el doctor Gustavo Carro, uno de los coordinadores del Centro de Referencia de Encefalomielitis Miálgica. "Conocer el diagnóstico les brinda un gran alivio debido a que saben a qué se están enfrentando", cuenta.

El Centro, que funciona en el Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari de la UBA, dentro del Hospital Tornú, ubicado en Combatientes de Malvinas (ex Donato Alvarez) 3150, fue una iniciativa de la Asociación Argentina de Síndrome de Fatiga Crónica, que está integrada por personas que padecen la enfermedad.

"Nos pareció interesante, ya que podíamos aportar a la comunidad un servicio del que carecía y nos daba la posibilidad de estar en contacto con una enfermedad poco conocida", dice Carro. "Buscamos nuclear a los pacientes y crear líneas de investigación".

Como el síndrome de fatiga crónica es una enfermedad rara y muy compleja de explicar, muchos pacientes la ocultan en el ámbito laboral por miedo a perder su trabajo. La pérdida de concentración y memoria afectan en el aprendizaje y las labores cotidianas, lo que provoca muchas dificultades para alcanzar niveles comunes de eficiencia.

SERIOS PROBLEMAS. "El síndrome irrumpe en el contexto familiar y social, altera su dinámica y desafía su capacidad de adaptación a los cambios. Su diagnóstico obliga a una redistribución de los roles y funciones", dice la titular de la Asociación, la psicóloga Mónica Arbitrio. "Es muy difícil que los afectados puedan lograr niveles aceptables de recuperación sin una adecuada comprensión de las dificultades y limitaciones que está atravesando", agrega.

No hay una cura específica para el síndrome, aunque sí existen, de acuerdo con los síntomas particulares que presente el enfermo, tratamientos paliativos que mejoran la calidad de vida. Para los dolores musculares se recetan analgésicos y quienes están deprimidos toman antidepresivos. También son importantes los complejos vitamínicos, la psicoterapia y la dieta.

Según datos de la Asociación, ocho de cada diez enfermos tienen entre 30 y 60 años. El 73 por ciento tiene un diagnóstico certero sobre su dolencia, pero el 27 por ciento restante aún desconoce qué es exactamente lo que padece.-

*Estudiante de la Tecnicatura en Periodismo de la Universidad Católica Argentina.

NOTA PUBLICADA EN EL DIARIO LA RAZÓN, EL 3 DE SEPTIEMBRE DE 2003, EN SU SECCIÓN INFORMACIÓN GENERAL -SALUD.
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